Mayo 07, 2024

El Cerro de Potosí, la legendaria montaña boliviana de la que surgió la plata que impulsó la globalización hace 500 años

Hay monedas que hacen historia, pero pocas se comparan con una de las más famosas de todos los tiempos: el Real de a Ocho.

Y con razón: fue la primera moneda verdaderamente global.

Se producía en enormes cantidades y, a los 25 años de su primera acuñación en la década de 1570, se había extendido por Asia, Europa, África y América, estableciendo un dominio global.

Conocida también como el "peso de ocho reales" o simplemente "peso", fue por tres siglos la moneda de reserva, y se estima que en el siglo XVIII, el 50% de todo el dinero en circulación en el mundo era en Real de a Ocho.

Acuñado por el Imperio español después de la reforma de los Reyes Católicos de 1497, el Real de a Ocho tenía unos 40 milímetros de diámetro y pesaba unos 27 gramos.

25 de esos gramos eran plata... plata que hizo rico a ese imperio y al mundo, pero no a los habitantes originales del lugar de donde provenía: América.

Gran parte de una montaña de los Andes que en quechua se llama Sumaq Urqu, o 'cerro hermoso' y Urqu P'utuqsi o Qullqi Urqu, o 'cerro que brota plata'.

En español se le conoce como Cerro Rico y cerro de Potosí, pero también con el trágico sobrenombre "montaña come hombres".

de Potosí, pero también con el trágico sobrenombre "montaña come hombres".

Imagen de la zona desde el cielo

El Dorado plateado

Cuando los españoles se toparon, literalmente sin quererlo, con el "Nuevo Mundo", fue el oro lo que los fascinó, en ocasiones hasta la locura.

Pero lo que realmente los hizo ricos no fue El Dorado nunca hallado, sino la plata.

La encontraron rápidamente en el México azteca, y explotaron sus minas.

Sin embargo, fue en Perú, en la década de 1540, en el extremo sur del Imperio Inca, donde se ganaron el premio gordo

En las montañas andinas de lo que ahora es Bolivia, había un montículo de plata tan grande que convertiría una aislada aldea inca en la cuarta ciudad más grande del mundo cristiano en sólo 70 años, financiaría la creación del complejo industrial más avanzado de su época y definiría las fortunas económicas desde China hasta Europa occidental.

En su apogeo, a principios del siglo XVII, 160.000 nativos, esclavos de África y colonos españoles vivían en Potosí, una población mayor que la de Londres, Milán o Sevilla en ese momento.

A los pocos años del "descubrimiento" español de las minas, la plata de América comenzó a cruzar el Atlántico, pasando de unos modestos 148 kilos al año en la década de 1520 a casi tres millones de kilos al año en la década de 1590.

En la historia económica del mundo nunca antes había ocurrido nada de esta escala.

No por nada el primer escudo de armas de la entonces llamada la Villa Imperial de Potosí, concedido por el emperador Carlos V, rezaba: “Soy el rico Potosí, del mundo soy el tesoro, soy el rey de los montes, envidia soy de los reyes”.

Consciente de su gran valor, su hijo, el rey Felipe II de España, le regaló un segundo escudo a la ciudad en 1561 con el apropiado lema: “para el rey sabio esta alta montaña de plata podría conquistar el mundo entero”.

La ciudad en las faldas del Cerro

Vista de la ciudad minera de plata de Potosí; en Perú; de Crónica de Perú de Pedro Cieza de León 1553

Vista de la ciudad minera de plata de Potosí; en Perú; de Crónica de Perú de Pedro Cieza de León 1553.

Ese sitio alto, árido y muy frío de los Andes se convirtió en un lugar inimaginablemente rico.

En la prisa por explotar la plata, Potosí germinó caóticamente, convirtiéndose en una ciudad de villas extravagantes y cabañas modestas, salpicada de casas de juego, teatros e iglesias, en la que el vicio, la piedad, el crimen, las fiestas asumían proporciones enormes, según el historiador hispanoamericanista Lewis Hanke.

"En un acaecimiento eclesiástico, uno de los gobernadores organizó una grandiosa fiesta, en la que exhibió un jardín hecho exprofeso, encerrando en su clausura cuantos animales fieros tuvo el arca de Noé [...]. Hubo cañas que manaban vino, chicha y agua a un tiempo", contó.

"En 1577 se invirtieron tres millones de pesos en formidables obras hidráulicas, progreso que anunció una era de prosperidad aún mayor", añadió.

Esas obras dejaron a la ciudad rodeada por 22 represas que alimentaban 140 molinos, en los cuales se procesaba el metal antes de moldearlo en barras.

Pero si bien las minas de Cerro Rico producían la materia prima que enriqueció a España, fue la Casa de la Moneda de Potosí, la que fabricó los Reales de a Ocho que sentaron las bases de una moneda global.

Desde Potosí, las monedas se cargaban en llamas, para el viaje de dos meses a través de los Andes hasta Lima y la costa del Pacífico.

Allí, las flotas españolas llevaban la plata desde Perú hasta Panamá, donde era transportada por tierra a través del istmo y luego cruzaba el Atlántico en convoyes

Y ese comercio de plata no se centró sólo en Europa

.Reales de a Ocho de distintos lugares

Los Reales de a Ocho se usaban en todas las esquinas del mundo. Cada lugar le ponía su sello, como se ve aquí (de izq. a der.; de arriba a abajo): Egipto, Sudan, Inglaterra, Obock, Arabia Saudita, Indochina francesa

De hecho, casi no hubo ningún lugar del mundo al que no llegaran esas omnipresentes monedas

Como España también tenía un imperio asiático, con sede en Manila, Filipinas, pronto los Reales de a Ocho cruzaron el Pacífico en grandes cantidades

En Manila se intercambiaban con comerciantes chinos, por seda y especias, marfil, laca y, sobre todo, porcelana.

Así, fueron engendrando un cambio fundamental en el comercio mundial.

"Muy rápidamente se acuñaron cientos de millones, y tal vez incluso miles de millones, de estas monedas, y se convirtieron en el sistema monetario global", le dijo a la BBC el historiador financiero William Bernstein.

Eran el equivalente de las tarjetas de crédito desde el siglo XVI hasta el XIX, explicó.

"Cuando, por ejemplo, lees sobre el comercio del té en China, que era un comercio vasto, ves los precios y cuentas contabilizadas en dólares, con signos de dólar, pero por supuesto de lo que hablaban eran de dólares españoles, de esos Reales de a Ocho".

En toda Europa, el tesoro hispanoamericano inauguró una "edad de plata", pero esa misma abundancia trajo consigo una nueva serie de problemas.

Sin Reales en España

La plata hispanoamericana aumentó la oferta monetaria, algo parecido a cuando los gobiernos "imprimen" dinero hoy en día.

La consecuencia, ayer como hoy, fue la inflación.

Causó caos en la China Ming, y desestabilizó las economías del este asiático.

una caravana de llamas que transportan plata de las minas de Potosí.

Grabado según una pintura de Jacques Le Moyne, con una caravana de llamas que transportan plata de las minas de Potosí.

En España reinaba el desconcierto, ya que la riqueza del Imperio, tanto en términos políticos como económicos, a menudo parecía más aparente que real.

A pesar de que Felipe IV había afirmado: "En la plata está la seguridad y la fortaleza de mi monarquía", irónicamente, las monedas de plata se convirtieron en una rareza en el reino.

Las usaban para pagar bienes extranjeros, mientras que la actividad económica local declinaba.